Señor
Jesús:
transfigúranos también a
nosotros en nuevas criaturas,
totalmente agradables al Padre Dios.
transfigúranos también a
nosotros en nuevas criaturas,
totalmente agradables al Padre Dios.
Narra el santo Evangelio (Lucas.
9, Marcos.
6, Mateo. 10) que unas semanas antes de su Pasión y Muerte, subió Jesús a un
monte a orar, llevando consigo a sus tres discípulos predilectos, Pedro, Santiago
y Juan. Y mientras oraba, su cuerpo se transfiguró. Sus vestidos se volvieron
más blancos que la nieve, y su rostro más resplandeciente que el sol. Y se
aparecieron Moisés y Elías
y hablaban con Él acerca de lo que le iba a suceder próximamente en Jerusalén. Pedro,
muy emocionado exclamó: -Señor, si te parece, hacemos aquí tres campamentos,
uno para Ti, otro para Moisés y otro para Elías.
Pero en seguida los envolvió una nube y se oyó una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo muy amado, escuchadlo".
El Señor llevó consigo a los tres
apóstoles que más le demostraban su amor y su fidelidad. Pedro
que era el que más trabajaba por Jesús; Juan,
el que tenía el alma más pura y más sin pecado; Santiago, el más atrevido y
arriesgado en declararse amigo del Señor, y que sería el primer apóstol en
derramar su sangre por nuestra religión. Jesús no invitó a todos los apóstoles,
por no llevar a Judas, que no se merecía esta visión. Los que viven en pecado
no reciben muchos favores que Dios concede a los que le permanecen fieles.
Eso sigue sucediendo a las
personas que rezan con fervor. La oración les transfigura y embellece el alma y
les vuelve mucho más agradables a Dios. Dos personas muy famosas del Antiguo
Testamento. Moisés en nombre de la Ley, y Elías
en nombre de los profetas, venían a respaldar y felicitar a Jesucristo y a
proclamar que Él es el enviado de Dios para salvar al mundo. Es un elogio
hermosísimo hecho por el Padre Dios, acerca de Jesucristo. Es su Hijo Único. Es
amadísimo por Dios, y es preferido por El a todos los demás seres que existen.
Verdaderamente merece nuestro amor este Redentor tan amado por su Padre que es
Dios.
Salmo de la Transfiguración
Transfigúrame.
Señor,
transfigúrame.
Traspáseme
tu rayo rosa y blanco.
Quiero
ser tu vidriera,
tu
alta vidriera azul, morada y amarilla
en
tu más alta catedral.
Quiero
ser mi figura, sí, mi historia,
pero
de Ti en tu gloria traspasado.
Quiero
poder mirarte sin cegarme,
convertirme
en tu luz, tu fuego altísimo
que
arde de Ti y no quema ni consume.
¡Oh
mi Jesús alzado sobre el trío
—Pedro,
Juan y Santiago—
que
cerraban sus ojos incapaces
de
sostener tu Luz, tu Luz!
Y
no cerrar mis párpados
como
ellos los cerraban
con
tu llaga de luz sustituyéndote
en
inconsútil túnica incesante,
y
dentro Tú manando faz de Dios
EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo
y Vidente
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cartasegipcias
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