Es considerado Padre de la
Iglesia, uno de los cuatro grandes Padres Latinos. La traducción al latín de la
Biblia hecha por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata editio, 'edición
para el pueblo'), ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el
texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana.
Fue un célebre estudioso del
latín en una época en la que eso implicaba dominar el griego. Sabía algo de
hebreo cuando comenzó su proyecto de traducción, pero se mudó a Belén para perfeccionar
sus conocimientos del idioma. Comenzó la traducción en el año 382 corrigiendo
la versión latina existente del Nuevo Testamento. Aproximadamente en el año 390
pasó al Antiguo Testamento en hebreo. Completó su obra en el año 405.
Nació en Estridón, ciudad ubicada
en los límites entre Dalmacia y Panonia, aproximadamente entre los años 340 y
342; murió en Belén el 30 de Septiembre del 420.Viajó a Roma, probablemente por
el año 360, donde fue bautizado y se convirtió en un estudioso de los temas eclesiásticos.
De Roma viajó a Tréveris, ciudad famosa por sus escuelas, y ahí comenzó sus
estudios teológicos. Más tarde se dirigió a Aquileya, y hacia el 373 salió en
un viaje hacia el Este. Se asentó primeramente en Antioquía, en donde escuchó
hablar a Apolinar de Laodicea, uno de los principales exégetas de aquel tiempo
y que aún no estaba separado de la Iglesia. Desde el 374 hasta el 379 Jerónimo
llevó una vida ascética en el desierto de Calcis, al sur-oeste de Antioquía.
Ordenado sacerdote en Antioquía,
viajó a Constantinopla (en el 380-381), donde surgió una amistad entre él y San
Gregorio de Nazianzo. Desde el 382 hasta Agosto del 385 se estableció
temporalmente en Roma, no lejos del Papa Dámaso. A la muerte de este último (el
11 de Diciembre del 384), su posición comenzó a hacerse difícil. Sus severas
críticas le ganaron enemigos resentidos que buscaron la manera de perjudicarlo.
Después de algunos meses, se vio
obligado a salir de Roma. De camino entre Antioquía y Alejandría, llegó a Belén
en el 386. Se estableció ahí en un monasterio cercano a un convento fundado por
dos damas Romanas: Paula y Eustoquia, quienes lo siguieron a Palestina. De ahí
en adelante llevó una vida de ascetismo y estudio; pero aun entonces se vio
envuelto en problemas por sus controversias, de las cuales habla-remos más
adelante, una con Rufino y la otra con los Pelagianos.
ORACIÓN PARA PEDIR
UNA GRACIA
Dulce
Padre nuestro Señor Jesucristo, te rogamos por tu infinita bondad que reformes
al pueblo cristiano según aquel estado de santidad que tuvo en tiempo de tus
apóstoles. Escúchanos, Señor, porque benigna es tu misericordia y en tu inmensa
ternura vuélvete hacia nosotros.
Señor
Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Señor
Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Señor
Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Por
el camino de la paz, de la caridad y de la prosperidad me guíe y me defienda el
poder de Dios Padre, la sabiduría del Hijo y la fuerza del Espíritu Santo y la
gloriosa Virgen María. El ángel Rafael, que estuvo siempre con Tobías, esté
también conmigo en todo lugar y camino.
¡Oh
buen Jesús, oh buen Jesús, oh buen Jesús, amor mío y Dios mío, en ti confío, no
quede yo confundido!
Confiemos
en nuestro Señor benignísimo y tengamos verdadera esperanza en El sólo, porque
todos los que esperan en Él no serán confundidos para siempre y quedarán
estables, fundados sobre la piedra firme y, para obtener esta gracia, acudamos
a la Madre de las gracias, diciendo:
DIOS
TE SALVE, MARÍA.
Además,
agradezcamos a Dios nuestro Señor y Padre celestial todos los favores y gracias
que nos ha concedido y que continuamente nos concede, rogándole que en el
futuro se digne socorrernos en todas nuestras necesidades, tanto temporales
como espirituales:
PADRE
NUESTRO.
Pidamos
también a la Virgen que se digne interceder ante su querido Hijo por todos
nosotros, para que nos conceda la gracia de ser humildes y mansos de corazón,
de amar a su Divina Majestad sobre toda otra cosa y a nuestro prójimo como a
nosotros mismos y para que estirpe nuestros vicios, nos aumente las virtudes y
nos conceda su santa paz:
DIOS
TE SALVE, MARÍA.
Y
por todos aquellos que se encomiendan a nuestras oraciones, por los que rezan a
Dios por nosotros y por aquellos por los que tenemos obligación de rezar, por
nuestros amigos y enemigos y por todos los fieles difuntos:
DIOS
TE SALVE, MARÍA.
Humillémonos
todos en presencia de nuestro Padre celestial como hijos pródigos que hemos
disipado todos nuestros bienes espirituales y temporales, viviendo disolutamente,
y por ello pidámosle misericordia, diciendo:
Misericordia,
concédenos tu misericordia, Hijo del Dios vivo.
EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo
y Vidente
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