Dios ha Muerto vs. Dios ha Resucitado: Las energías de una nación que pierde la fe - Cartas Egipcias

sábado, 26 de mayo de 2018

Dios ha Muerto vs. Dios ha Resucitado: Las energías de una nación que pierde la fe



Ha sido difícil, pero a pesar de ello, aún nos mantenemos de pie, luchando e intentado sobrevivir a una agonía que no nos deja vivir en normalidad. Efectivamente nuestro país dejó de ser normal hace mucho tiempo y ahora mismo vive al límite, pero esos límites nos están llevando a que tomemos decisiones apresuradas y sin conciencia, para perdernos en el abismo misterioso del olvido. Recuerdo muy bien las palabras del filósofo alemán, Friedrich Nietzsche: ‘Dios ha muerto’, y realmente no se ha equivocado. Sus palabras, incluso, ahora, después de tanto tiempo siguen tan vigentes y reales en una sociedad tan convulsa y maltratada como la nuestra.

Cuando decidí escribir este artículo no sabía por dónde empezar, por eso tomé la frase de Nietzsche, para poderle dar sustento y razón a mis palabras, porque incluso, en estos momentos, se mantienen como una bandera que ondea en el desierto y que muy pocos se atreven a travesar para tomarla y volver con ella victorioso. Es difícil, de eso no hay duda, pero hemos perdido cualquier tipo de foco, de razón y de conciencia. La sinrazón, la locura pausada y la desesperación han dejado una sociedad desolada, sin esperanza, sin fe y sobretodo, sin sentido de pertenencia. Estamos ante los tiempos de la creencia del todo por el nada, de aquellos que el filósofo alemán llamaba el nihilismo. Cualquier sentido que rige la vida, se ha perdido. Es momento de que miremos nuestro entorno y observemos con detalle lo que sucede, para que de ese modo podamos sacar todo aquello que hemos aprendido de este caos, porque, efectivamente, hay una lección en todo esto.

Varias historias he leído. Historias verdaderas, relatos de personas que viven o intentan sobrevivir en medio de este caos. Incluso, muchas personas se acercan a mí pidiendo ayuda para poder seguir sobreviviendo en estos tiempos. A cada uno ayudo, guio y trato de enseñar el camino correcto para que pueda alcanzar la paz, la armonía y la elevación que necesita. Porque en estos momentos, debemos aprender a conectarnos con la espiritualidad. Hace poco un amigo psicólogo me comentaba sobre ciertos pacientes que habían llegado a su consultorio con infinidad de problemas, preocupaciones, estrés y demás. Todo caía esencialmente a la situación país. Mi amigo me comenta la historia de un paciente muy peculiar, me dice que él solo escuchaba con detenimiento todo lo que el joven le decía y demás, porque ese es su deber. Ahí estuvo compartiendo y conversando hasta que al final, lo único que pudo decirle fue: ‘¡Busque a Dios!’.

Él me explica que desde su posición como científico ha estado observando como muchas personas han venido enfermando por una falta, quizás, de espiritualidad, determinación e incluso de autocomprensión. Él prefiere mandar a sus pacientes a que, a través de cualquier religión, busquen a Dios, porque en estos tiempos, en donde el mal, visto no como un ente resurgido del infierno, sino como un ente que nace de la parte inconsciente de nuestra mente, se ha venido apoderando de todos nosotros.

Dios ha muerto. Desde hace mucho tiempo hemos perdido la fe, hemos olvidado esa energía suprema, primigenia y encantadora de donde devenimos todos nosotros. Incluso, hemos dado fuerza a esta frase tan poderosa que Nietzsche ya nos había dicho desde hace un tiempo. Nuestra búsqueda por sobrevivir y por seguir de pie, nos ha llevado a que nos olvidemos de Dios, pero no de un Dios visto como un ente supremo, magnánimo y único. Me refiero al Dios que habita dentro de nosotros, a esa energía suprema que nos mantiene de pie y que por falta de inconciencia hemos dejado de cultivar, alimentar, trabajar. Nos enfrentamos a un período en donde la falta de fe a nosotros mismos, a nuestra energía y a nuestra capacidad de resolver problemas nos ha llevado a sumergirnos en momentos en donde el dolor y la tristeza imperan por sobre todas las cosas.

Tenemos que empezar, desde ahora, a comprender el valor espiritual que tiene el mundo que nos rodea. Louise Hay suele decir que las enfermedades que se manifiestan a nivel físico es por un problema que se desarrolla a nivel espiritual. Por esa razón, el paciente de mi amigo había sentido de todo pero por una falta de espiritualidad organizada, por falta de una armonía con él, con su Dios, con su alma y con su espíritu.  Tenemos que aprender a vivir en armonía. Las historias son particulares y los momentos son difíciles, pero tenemos que aprender a cultivar ese Dios que habita en todos nosotros. Tenemos, incluso, que saber muy bien, que el valor esencial de la vida inicia al comprendernos a nosotros mismos, porque solo así podremos seguir sobreviviendo. Por muy difícil que sea el camino, nadie puede rendirse en su lucha por seguir de pie ante la adversidad.

Recordemos que el surgimiento de la frase: ‘Dios ha muerto’, nace como el principio de Nihilismo, en donde los dogmas y los sistemas que nos cobijaban se desmoronaban ante un mundo que después de tanto, habría los ojos y nos mostraba una realidad cruda, pero real en toda su magnificencia. Se nos pone, después de tanto, la negación de uno o más de los supuestos sentidos de la vida. Negamos todo, y estamos ante el mundo en una creencia del nada, por el todo, o quizás del todo por el nada. Nos empezamos a enfrentar a una sociedad en donde la fe se convierte en un cadáver putrefacto, y la razón será aquella que en medio de su mundo senil aun trata de decir cosas de manera lucida en una sociedad, en donde quizás, la razón y la fe ya no se volverán a encontrar.

Nos hemos convertido en una especie de muertos vivientes, que intentamos sobrevivir en un país que dejó de ser normal hace muchos años. Nos hemos convertido en esa figura que cuestiona todo sentido, racional o no, de la vida. Para nosotros, los objetivos se han enfocado en intentar perdurar en el tiempo a pesar de la escasez, del hambre, de intolerancia y demás. Ya nadie vive, y pasará mucho tiempo para que podamos vivir. Debemos aprender a trabajar esa energía espiritual que nos mueve. Tenemos, que, incluso, tratar de regresar a lo primigenio y con esto no digo, que salgamos en manada a iglesias, altares, salones de culto, sino que simplemente hagamos una especie de introspecciones para que podamos:

1. Comprender lo que sucede en nuestro entorno.
2. Conozcamos lo que nos llevó a esto.
3. Aprendamos las lecciones que esto nos ha dejado.
4. Veamos las soluciones que podamos dar, desde nuestra posición.

Hay algo que aprender, muchos ya lo han comprendido, otros apenas lo están por asimilar y demás. Pero esta sociedad, esta generación, este momento tenía que pasar. Debíamos entender muchas cosas como nación, para que en los tiempos venideros, veamos con amor, respeto, compromiso y sobretodo, con sentido pertenencia las bondades que estas tierras nos brindaran. No es momento de quejarnos, ni de mucho menos vivir llenos de odio. Todo pasará y en la biblia dice: ‘No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán’.

Así que no dejemos que el odio, la parte negativa, la maldad y el resentimiento se apoderen de nosotros. Debemos ser ejemplo de paz, de amor, de libertad pero sobre todo, de espiritualidad. Pero no significa, que por esa razón dejes de luchar y de hacer las cosas con honestidad y con el bien que te han caracterizado. Debemos resucitar a ese Dios que ha muerto, debemos olvidarnos del nihilismo y vernos ante la creencia de todo por el todo y de la razón y la fe, por el todo.

Es hora de que mires a tu alrededor, observes y detalles, pero sobretodo, que agradezcas por las bondades que hasta ahora has recibido en el camino, porque hoy por hoy, si por alguna extraña razón estás leyendo este artículo, es porque así el universo lo decidió y porque ahora mismo, quizás no hayas comprendido el proceso que estamos viviendo, e incluso, necesitas entender que hay algo que debes aprender para de ese modo puedas estar en paz contigo mismo. Así que cultiva el amor, la paz y la libertad. Cultiva tu Dios.

Dios ha resucitado.


EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
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