En la vida vivimos experiencias que de alguna u
otra manera, terminan por marcando la historia de nuestra existencia en este
plano. Día a día nos enfrentamos con historias que alimentan nuestra alma,
nuestro espíritu. Estas historias son las encargadas de ayudarnos a forjar
nuestro carácter, son los encargados de mostrarnos cuán capaces podemos llegar
a ser, para afrontar cualquier suceso que se nos presente en el camino.
Incluso, son las encargadas de generar nuestras propias experiencias, que
termina por ayudarnos a ser, en resumidas cuentas, una mejor versión de
nosotros mismo.
Todas estas cosas, son las encargadas de hacernos
entender lo importante de la existencia. Basada en esa premisa, día a día vamos
aprendiendo y adquiriendo aprendizaje que nos ayuda a sobrellevar las fuerzas
de nuestra propia vida. Quizás, gran parte de nuestra vida, la pasamos
intentando comprender lo que verdaderamente es para nosotros la vida, la
trascendencia e incluso la existencia como seres pensantes y a medida en que
vamos desarrollando respuestas o nuevas interrogantes en torno a esa idea,
también vamos fortaleciendo nuestro espíritu.
Cuando hablamos de todo esto, también debemos
referirnos a uno de los aspectos más preponderantes en cuanto a lo que refiere
la existencia humana. Esa idea que va más allá de lo tangible y de lo cercano,
y nos referimos al Arte de decir: No. A medida que vamos creciendo, forjando
anécdotas, consolidando experiencias y estableciendo aprendizajes, también
vamos aprendiendo a decir NO cuando
es el momento indicado y cuando no.
Si bien la complejidad de las experiencias es
distinta en cada individuo, siempre, en algún momento debemos decir NO y en ocasiones deseamos aprender en
qué momento decirlo y en qué momento no. Lo cierto de todo, es que la
experiencia nos va mostrando, a lo largo de nuestra propia existencia, cual es
el momento de decir: ¡Basta, No! y
es, bajo esa idea en la que surge la necesidad de replantear ciertas cosas y
enfocarnos en decir no, cuando realmente es no. ya que, a veces andamos por la
vida dando muchos sí, aun pensando que debíamos decir no, todo por el simple
hecho de complacer a los demás. Eso, a la larga, nos va arrebatando la paz y
sobretodo, nos va condenando a cosas que verdaderamente no queríamos hacer.
Entorno a este tema se ha escrito mucho, pero
existe una obra publicada en 2005 que engloba a perfección esta idea, y la
trabaja de manera clara y real. Nos referimos al libro de Hedwig Kellner el
cual está titulado: “El arte de decir o”. Ahí él nos cuenta que un
“no” pronunciado a tiempo evita malentendidos, discusiones, estrés y mal humor.
Dicha acción se ve reforzada por una visión tangible y real de las experiencias
que hemos ido adquiriendo en nuestra vida y que, de algún modo nos ayuda a
entender esta acción, no como un acto de maldad, sino como un acto de amor y
valoración propia. Incluso, es un acto de entendimiento porque nos ayuda a
comprender que podemos valorarnos a nosotros mismos, dándonos la capacidad de
decir que NO a eso que nos atormenta, nos hace daño o nos roba paz.
Cuando tenemos ciertas conductas de complacencia
que no van directamente a nosotros, sino a otra persona, comenzamos a motivar
el uso del Sí, como forma de reafirmar ciertas cosas relacionadas a carencias
que generan un deseo por complacer a los demás, por encima de nosotros. En el
momento justo cuando comenzamos a desarrollar esto, nuestra figura como
individuos pierde valor ante la idea de decir sí, a cualquier cosa, incluso, a
nuestra propia voluntad.
Es preciso dejar claro que el acto de decir No,
puede llegar a ser una acción de valor y amor propio y no de egoísmo hacia el
otro. A veces andamos por la vida diciendo si a todo, sin saber las
consecuencias de esto en un futuro no muy lejano en nuestra vida, así que
debemos ser cuidadosos para evitar de ese modo cualquier tipo de complicación
en nuestro camino. Decir no puede llegar a ser una opción saludable para así
aliviar el estrés que se puede llegar a desarrollar con el día a día.
Al hablar de esto, debemos ser conscientes de que
el miedo a defraudar las expectativas generadas por alguien más, el hecho de
querer agradar a todos y sentirnos culpables por situaciones ajenas a nosotros
pueden complicar algo tan sencillo como ser conscientes de que todo el mundo,
tiene sus propia limitaciones. La era de la complacencia se debe acabar, con
esto no quiero decir que alimentemos el egoísmo o la arrogancia, sino que
seamos conscientes de nuestro propio valor en el mundo hacia los demás. Lo que
proyectas de ti, es lo que el resto del mundo recibe y eso lo sabemos muy bien.
Especialistas en la psicología y en la terapia de
grupo de Estados Unidos, consideran que hay ciertas razones a considerar para
que una persona diga que no ante ciertas situaciones. Esa serie de razones
podrían ser:
1. Cuando decimos que no a alguna especie de
objetivo o compromiso No es necesariamente egoísmo, sino
que al contrario, se está dando valor a las obligaciones que ya tenemos y eso
podrá asegurar poder dedicarle a ellas, verdadero tiempo de calidad.
2. A veces, cuando se hace recurrente una acción a
la que normalmente le decíamos sí y decidimos en un momento decir no, eso Abre
nuevas oportunidades, lo cual te proporciona tiempo para dedicarte a
otros intereses.
3. Cuando decimos si a muchas cosas, eso podría
generar sobrecarga y el estrés excesivo producen decaimiento y abren las
puertas a las enfermedad, por esa razón No es saludable decir sí a todo.
A veces suele ser muy difícil determinar cuándo es
el momento de decir que no, y sobretodo ver qué actividades merecen nuestro
tiempo y atención, como para que uno deje de hacer otras por hacer esas. Por
esa razón la Mayo Clinic, en Estado
Unidos plantean las siguientes estrategias que nos permiten evaluar las
obligaciones y oportunidades que se presentan:
1. Debemos centrarnos en lo más importante, es por
ello que siempre debemos estar examinandos nuestras obligaciones y prioridades
antes de realizar nuevos compromisos. Antes de aceptar cualquier cosa debemos
examinar si el nuevo compromiso es importante para nosotros, si es algo que se
considera verdaderamente vital, de lo contrario hay que dejarlo atrás.
2. Es fundamental evaluar la cantidad de estrés
que cualquier cosa puede generar, ya sea a mediano o largo plazo. Si supondrá
algo más de estrés en un momento concreto o añadirá tensión al día adía durante un tiempo. Ante un compromiso de
este tipo no se debería decir que si supone meses de estrés añadido a nuestras
actividades.
3. Se tiene que eliminar la culpabilidad de la
ecuación, es preciso entender esto porque no hay que decir que sí a peticiones
que se declinarían si no estuviera de por medio la culpabilidad o la
obligación. Haciéndolo de esta forma probablemente el estrés aumentar y el
resentimiento jugará también un importante papel en las relaciones.
4. Es preciso que antes de responder cualquier
tipo de propuesta o sugerencia, lo pensemos de manera silenciosa, es decir,
preferiblemente reservar un día para pensar sobre la petición y cómo encaja
entre los compromisos ya existentes. Si hay que una decisión rápida, al menos
hay que dedicar unos momentos para pensar sobre el tema antes de dar una contestación.
Cuando hablamos de este idea de decir No, tenemos
que trabajar también en la forma de cómo hacerlo, de cómo ponerlo en práctica.
Es bien sabido que esta es una acción difícil de llevarse a cabo y por eso es
fundamental que tratemos de reconocer cuan capaz podemos llegar a ser y el
valor y la determinación que podemos poseer que nos ayude a enfrentar ciertas
cosas con un NO. Es fácil decir una
palabra como NO, pero hay ocasiones en las que no será fácil de decir, y más
cuando el entorno pareciera estar condicionado como para dar una respuesta
afirmativa, y no negativa como realmente queremos. Por esa razón, es comentaré
ciertas cosas a tener en cuenta cuando decidimos presentar una negativa:
1. El poder del NO, hay que emplearlo
sin miedo y sin tabúes porque cuando sentimos miedo, nos cohibimos y tomamos
acciones que no podrían ser verdaderamente sanas. Cuando decimo No, hay que
tener cuidado y no hacer junto frases
sustitutivas como: No estoy seguro o No
creo que pueda, ya que ahí estas dando entre ver un mínimo de posibilidad y
cuando es No, debe ser no.
2. Ser breves, nos ayuda a rehusar la
petición no se aconseja desarrollar el tema. Incluso, esto supone evitar
justificaciones o explicaciones elaboradas que al resto del mundo no le interesa.
3. La honestidad, es la determinante en
estos tipos de casos, porque no debemos fabricar razones para evitar la
obligación. La verdad es siempre la mejor forma de rechazar a un amigo, familia
o colega de trabajo. Hay que ser tajantes para evitar suplicas posteriores.
4. El respeto, como sabemos, en la vida siempre están llegando muchas buenas
causas y es por ello que suele ser más difícil rechazar. Felicitar el esfuerzo
del equipo a la vez que se comunica que no es posible realizar un nuevo compromiso
muestra que existe respeto por lo que están tratando de conseguir los otros.
Aplica perfectamente para aquellas cosas en donde detrás de nosotros hay una o
más personas.
5. La firmeza es uno de los puntos más importantes, ya que a veces nos topamos con
personas insistentes que no entienden el significado de un No, claro, real y
rotundo, por esa razón, a veces debemos rechazar una petición varias veces
antes de que la otra persona acepte la respuesta. Cuando esto sucede hay que
mostrar firmeza y volver a decir que no de forma tranquila, con o sin el
razonamiento original, según sea el caso.
Sí eres de esas personas que está acostumbrada a
decir que sí, todo el tiempo no será nada fácil salir de ahí, pero es
importante ser claros que, a veces decir no, nos ayuda a simplificar nuestras
vidas y nos permite manejar el estrés, partiendo de la valoración propia de
nuestro ser y evitando de cualquier modo algún tipo de conflicto que no nos
permita avanzar hacia lo que verdaderamente queremos para nuestro propio
bienestar.
Recuerda: Decir no, no es un acto de egoísmo, sino al
contrario, es un acto de amor y respeto propio.
EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente.
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