29 de Junio: Día de San Pedro: El Primer Papa de la Iglesia - Cartas Egipcias

sábado, 23 de junio de 2018

29 de Junio: Día de San Pedro: El Primer Papa de la Iglesia


Natural de Betsaida, aldea del lago de Genezaret. Después de la resurrección de Jesucristo, asumió la dirección de la Iglesia. Trasladándose de Jerusalén a Antioquía, fundó su comunidad cristiana. Posteriormente fijó su residencia en Roma. Martirizado hacia los setenta y cinco años de edad. Fue San Pedro un pobre pescador de Galilea, residente en Cafarnaúm, en casa de su suegra. Era un hombre sencillo, con poca instrucción, y vivía de su modesto oficio. Por voluntad de Jesús, la figura de Pedro se va destacando cada día más entre los Apóstoles. Él es quien recibe de Jesucristo más demostraciones de familiaridad y confianza.

El hecho capital de la vida de San Pedro es la institución del Primado pontificio. Caminaba Jesús en compañía de los doce Apóstoles hacia Cesarea de Filipo; de repente les preguntó: «¿Qué dice de Mí la gente? ¿quién dicen que soy?». Le respondieron: «Unos dicen que eres Juan Bautista resucitado, otros que eres Elías, o Jeremías o uno de los profetas». Y Jesús dice: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Entonces, San Pedro dice con entusiasmo: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo», Complacido Jesús de esta respuesta tan pronta, inspirada por el Cielo, dijo a Pedro: «Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne o la sangre [es decir, el mundo], sino el Padre celestial».

E inmediatamente le proclama Cabeza de los Apóstoles y de toda la Iglesia: «Yo te digo, que tú eres Pedro [piedra], y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno [esto es, las fuerzas de sus enemigos] jamás prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los Cielos: todo lo que ligares en la tierra, será ligado en el Cielo y todo lo que desatares en la tierra, en el Cielo será desatado». Pero a pesar de este entusiasmo de Pedro por Jesús, manifestado tan hermosamente, aquella misma noche cometía un pecado abominable, negando tres veces al divino Maestro y perjurando que no lo conocía, cuando los soldados y siervos de la casa de Caifás le señalaban como uno de los doce discípulos. La causa de aquel pecado fue la presunción, el haberse fiado demasiado de su valentía.

Jesús le había predicho que antes de que el gallo cantase dos veces, él le había de negar tres. Y cuando San Pedro oyó cantar la segunda vez al gallo en la noche callada, se acordó de la profecía de Jesús y salió fuera, llorando amargamente. El Salvador quiso consolarlo, apareciéndosele después de su Resurrección y diciéndole que le perdonaba. Todavía Jesús le dio, más tarde, otra gran prueba de amor confirmándole en el Primado de la Iglesia.

Poco antes de la Ascensión, estando en la playa del mar de Galilea y después de otra pesca milagrosa, preguntó Jesucristo tres veces seguidas a Pedro: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que los otros?». A las dos primeras respuestas afirmativas del Apóstol, el Salvador respondió: «Apacienta mis corderos». La tercera vez, extrañado Pedro de la insistencia, contestó: «¡Señor, Tú sabes que yo te amo!». Y le replicó Jesús: «Apacienta mis ovejas». De este modo el Príncipe de los Apóstoles quedaba indudablemente investido de la suprema potestad de regir toda la Iglesia: los fieles, figurados por los corderos; los sacerdotes y obispos, figurados por las ovejas de Jesús.

A la mañana siguiente de la Ascensión de Jesucristo, comenzó Pedro a ejercer la dignidad y el oficio de primer Papa. En el Cenáculo presidió a los discípulos durante aquellos días en espera del Espíritu Santo. Asimismo, dirigió la elección de San Matías, que había de ocupar el lugar de Judas en el Colegio Apostólico. El día de Pentecostés inauguró la predicación del Evangelio, convirtiendo en la misma Jerusalén a tres mil personas. Al cabo de poco tiempo hizo el primer milagro, curando a un paralítico, en el nombre de Jesús, a las puertas del templo de Salomón.

Inmediatamente y en vista del prodigio se convirtieron cinco mil personas más y pidieron el Bautismo. San Pedro murió mártir en Roma, de donde fue el primer Obispo durante veinticinco años. Antes de establecerse en la Ciudad Eterna había regido la iglesia de Antioquía y hecho numerosos viajes para visitar las diócesis que se iban fundando y organizar toda la naciente Iglesia. Era el año 67 cuando fueron presos San Pedro y San Pablo, por orden del emperador Nerón. Ambos fueron conducidos al suplicio el 29 de junio. San Pablo fue decapitado, mientras que el primer Papa moría crucificado, cabeza abajo, en el mismo lugar en que hoy se venera su glorioso sepulcro y se eleva la magnífica Basílica vaticana.

Patrón: Roma, Iglesia universal, ladrilleros, fundidores de plomo, panaderos, pescadores, vidrieros, cerrajeros, fundidores, carpinteros, relojeros, contra la fiebre, dolencias en los pies, de los penitentes y de los que se confiesan.

Oración a San Pedro
Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que a la primera voz dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo. Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria.
Amen.

Oración a San Pedro y San Pablo
¡Oh santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo os elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto con Vos, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque sois la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como con Vos, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcanzadme, os suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante vuestra intercesión y vuestros méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con elPadre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente.
Amén



EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
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