Emigrar: En búsqueda de la tierra prometida - Cartas Egipcias

sábado, 30 de junio de 2018

Emigrar: En búsqueda de la tierra prometida


Este artículo lo escribí en el año 2016 y
aún sigue tan vigente como
aquella primera vez…

Esta sección ha nacido con la finalidad de nutrir nuestros conocimientos y sobretodo, saber caldear las energías que nos permitan timonear los acontecimientos que a diario vivimos como seres humanos, como ciudadanos de este mundo. Sabemos que estamos en momentos complicados para todo el mundo, las energías que se respiran están viciadas por ciertos factores como el resentimiento, el odio, el miedo, la venganza, la viveza y demás.

Nos enfrentamos a los momentos oscuros de nuestra contemporaneidad, debemos luchar con un monstruo que día a día nos agobia y nos atormenta, pero lo realmente importante, es saber reponernos ante ella. Estamos evolucionando, y eso lo sabemos, pero lo realmente fundamental de todo es que, a pesar de los acontecimientos vividos, tenemos que ser siempre consecuentes con nuestros principios y nuestras ganas de seguir, porque el hecho de existir representa eso, poder sobrevivir en medio de los embates que a diario nos encontramos.

En esta ocasión, quiero que toquemos un tema realmente fascinante e importante, un tema que, en el caso de Venezuela está formando parte, es el día a día. Se vive y se respiran momentos de cambio, de transformación, se está ante momentos de lucha y momentos de crecimiento a la vez. Debemos ser conscientes de que, a diario vivimos cambios profundos y significativos, cambios que nos transforman, nos hacen fuertes, débiles, nos llenan de tristeza, de felicidad y de odio, pero a fin de cuentas, nos llena de muchísimo angustia, porque el simple hecho de no saber qué hacer, nos lleva a vivir en una profunda disyuntiva sobre lo que la razón pide, pero también sobre lo que el corazón manifiesta.

Desde hace días he venido leyendo en las redes sociales el repudio significativo y constante que un grupo de personas manifiesta sobre aquellos que salen del país, que huyen despavoridos en busca de un mejor futuro para sí mismos y para los suyos. Me aterra lo que día a día leo, me aterra saber que el odio carcome a muchos en este gran país. Lamento profundamente ver como la nación de Bolívar se ha dividido producto del odio que sembró el señor de Sabaneta. Es doloroso ver, como ya hemos perdido cualquier tipo de respeto y sentido de solidaridad y amor por nuestros propios compatriotas. Ya nadie respeta al otro, ya nadie valora los esfuerzos del otro y mucho menos se respeta así mismo como miembro de la nación.

Muchos creen poseer la verdad, todos creen y consideran que lo que ellos dicen o hacen es lo correcto y realmente estamos equivocados. Hacer lo correcto implica tomar decisiones en donde no dañes a nadie y dime… ¿tú crees que la persona que se va está haciendo daño a alguien? Quizás a su familia, a sus seres queridos, porque les deja una profunda tristeza, una desazón que no es fácil de sobrellevar. Nadie tiene el derecho de decirle a otras personas que se quede, nadie puede juzgar al otro porque se va del país, nadie puede refutar esa decisión o… ¿Aquellos que se van te refuta la razón por la que te quedas? Cada día me impresionó más por la cantidad de venezolanos que huyen del país, las estadísticas son asombrosas y cada día siento un profundo terror, miedo, angustia, siento que el país se queda sin ciudadanos y pienso: ‘Dios qué difícil debe empezar de cero’. Respeto profundamente al que se va, porque la decisión de dejar su tierra, su gente, a su familia, hijos míos, no es y ni será fácil.

Las verdades jamás serán absolutas, y el respeto siempre debe ser una constante y más ahora, en donde el país está dividido y destruido tanto social, cultural y moralmente. Necesitamos recuperar los valores extraviados en nuestra mente. Debemos saber entender al otro y sobretodo, respetarlo. Nadie sabe cuál ha sido el motivo por el cual, aquel joven, aquella familia, aquel personaje cruzó la obra cromointerferencia de color aditivo’, a fin de cuentas, cada cabeza es un mundo. Las experiencias son las que nos lleva a crecer y a tomar decisiones importantes, es ella la que nos hace ser personas grandes, soñadoras y con fuerza de voluntad.

La decisión de irse, no es y nunca será fácil, pero en tiempos, lugares, momentos como los que se viven en Venezuela, parece ser una opción que seduce a más de uno y lo llena de ánimos para conseguir un mejor futuro, un futuro que quizás se les ha negado aquí. Y sí, efectivamente así ha estado sucediendo, los sueños de la juventud han sido robados; ya ningún joven, con un sueldo básico en Venezuela puede soñar a una casa, un carro, a un viaje, no puede soñar, porque la realidad del país es otra.

Entonces, ahí recae la gran disyuntiva: ¿Por qué decirle a un joven: ¡Quédate luchando que esto pasará!? Es difícil, hacerle saber a un joven que tiene entre 20 y 27 años, que esto pasará que se quede luchando que pronto pasará. Se les está yendo la juventud, los mejores momentos de su vida, se le va su vida en un constante lucha, una lucha fuerte, una lucha por sobrevivir. ¡Es difícil!

Gran parte de estos jóvenes, soñadores, jóvenes que han tenido como objetivo irse del país y que han trabajado para lograrlo, se ven movidos por varias cosas, que todos conocemos, inseguridad, escasez, salud, economía. Cosas tan básicas como la salud y la comida han motivado a gran parte de estos jóvenes a que un día se levanten y digan: ¡Me voy del país!

Ellos deberían estar enfocados en vivir su juventud de manera plena, tranquila, soñar en sus hogares, en tener su carro, en tener sus propias cosas, pero se han dado cuenta que aquí no pueden. Es difícil, es difícil, queridos hijos, decirle a un joven que está saliendo de la universidad y ver que no consigue empleo y que cuando lo consigue no le alcanza para vivir un mes, es difícil, es difícil decirle: ¡Quédate! Son jóvenes, son emprendedores, de espíritu libre y rebelde, son personas movidas por los sueños, movida por las ganas de tener un mejor futuro y contra eso, nadie puede luchar. 

Es triste ver, como familias enteras están regadas por el mundo. Venezuela vive un éxodo, salimos huyendo del país hacia una tierra prometida. Buscamos incansablemente llegar a una tierra nueva, a una tierra que nos promete comida, salud de calidad, seguridad, una tierra que nos de lo que nuestra país no nos ha podido dar, o mejor dicho, que nos ha robado. Una vez más… Nadie es quien para juzgar, hay miles de razones para irse, y otras tantas más para quedarse, lo cierto es que, cada quien le pone el esfuerzo a lo que considere más oportuno para sí mismos.

¿Cuántas madres, hijos, hermanos, primos, tías han llorado en el aeropuerto? Es un dolor inalcanzable que muy pocos pueden explicar, el miedo está, el no saber si las cosas saldrán bien aterra y el simple hecho de adaptarse a algo nuevo también agobia. Desde la comida, el clima, la gente, son tantos factores que se deben tomar en cuenta, que el hecho de irse y empezar de cero, podría llamarse una hazaña heroica. 

Hace poco leí en alguna parte, una frase que me impactó muchísimo por la verdad tan cruel que ahí se plasma, la frase decía, citando textualmente: ‘Emigrar es difícil, quedarse en Venezuela también es difícil, solo tú eliges cual difícil quieres’. Esa frase me derrumbo, literalmente me derrumbo. Sentí un frío, una sensación extraño entre tristeza y rabia. Una vorágine de emociones me invadió y me lleno de impotencia, de dolor y de mucha angustia.

Es doloroso, pero es una realidad que nadie puede tapar, es una realidad tan tangible, que debemos saber respetar, es imperativo que la respetemos, ya que es parte de esto, de nuestro crecimiento como ciudadanos, como personas de este país. Debemos aprender del que se va, como del que se queda, debemos saber que en este mundo todo es necesario, todo es fundamental y que todo responde a nuestra propia naturaleza.

Hijos de luz, el ser humano por antonomasia es un nómada, los primeros hombres que habitaron la tierra representa el mejor ejemplo de ello, ellos se han movido motivados por el hambre, por el deseo de cubrir sus necesidades básicas y así funciona nuestra naturaleza, cosa que no podemos tapar con un dedo. Venimos de ahí, de los hombres que buscaban tierras fértiles, agua, comida y ahora mismo, estamos así, nos movemos buscando lo básico para vivir y eso, se debe respetar.

Para el que se va no es fácil pero tampoco para el que se queda. He leído historias de fracasos, de gente que se ha tenido que devolver porque las cosas no funcionaron, o porque simplemente tentó a su propio destino y fue en contra de él. Muchos jóvenes me han dicho: ‘Eduardo, prefiero llegar a limpiar baños, lavar platos que seguir en Venezuela’. Jóvenes con estudios de medicina, de turismo, de letras, han dejado su título guardado en la maleta y luchan por conquistar su sueño, empezando desde abajo.

Lo importante, es que son jóvenes que tiene consciencia de que, si el trabajo es honesto, entonces no debe deshonrar a nadie. Tengo la historia particular de un joven que salió a Canadá, llegó, empezó a estudiar en una universidad pero que luego no pudo seguir costeando, pero sus ganas de un mejor futuro no le quitaron que, aun llevando su título de TSU, se pusiese a limpiar baños y lavar platos en un café, y me cuenta que con lo que gana ahí le alcanza para comer, pagar algo donde dormir y hacer un curso de inglés. Su objetivo es claro: no volver a Venezuela.

Algo que siempre le he comentado a los que se van de Venezuela es que, es fundamental y necesario que cierres los ciclos que tienes abiertos aquí. Dejes todo en orden y empieces de nuevo, porque no es fácil pero tampoco imposible. Incluso, las energías se manifiestan y nos enseñan el camino, pero es fundamental que los ciclos se cierren y que sean conscientes de que, irse del país no es fácil y mucho menos establecerse en otro lugar.

Por eso, es imperativo que sepan manejar la humildad, la honestidad, la lealtad como baluartes únicos que les va a permitir que muchas puertas se le puedan abrir en el exterior. Muchos llegan a otro país con ínfulas de superioridad, con actitudes que son nocivas para sí mismos y para su propio campo energético, por esa razón tenemos que saber hacer las cosas y sobretodo, tenemos que valorar muy bien lo poco que se tiene.

Tenemos que aprender a respetar y valorar nuestra nación, tenemos que hacerles saber al mundo entero que aún, a pesar de la crisis que atraviesa Venezuela, el país es hermoso y no solo por sus mujeres o su chocolate, sino porque los parajes que se esconden entre la enredada crisis es mucho mayor que la propia crisis. No debemos salir del país repitiendo los mismos patrones de conducta que han llevado a la nación a la debacle. Debemos trabajar en dejar la viveza criolla a un lado y empezar a trabajar con más fuerza, entusiasmo y respetar el nuevo mundo que nos rodea.

Tenemos que dejar nuestra relación con Venezuela en buenos términos, sin ciclos abiertos, sin cosas que arrastrarnos, porque las energías te harán regresar en cualquier momento. Algo con lo que no podremos luchar es con el apego, a pesar de que pase el tiempo, seguiremos extrañando nuestra arepa, nuestra gente, nuestra calor chévere, pero lo importante es saber que aun estando lejos, está sigue siendo la nación de muchos que ahora mismo están regados en el mundo.

Para aquellos que se van mi consejo es básico: ‘No olviden su tierra, está seguirá siendo de ustedes estén donde estén, y recuerden, ningún trabajo deshonra y no olvides que, con honestidad y humildad se te abren las puertas, pero sobretodo, ten presente que el esfuerzo y el sacrificio traerá sus frutos, Dios los bendice a todos’. La relación que se establece con Venezuela es algo que no se podrá borrar fácilmente, no olvides que tu mayor motivo para seguir luchando por tu sueño extranjero recae esencialmente en tu familia, en tus seres queridos y en ti mismo. Recuérdate una y otra vez que tú puedes y no olvides repetir estas frases para que sanes tu relación con Venezuela y dejes los términos claros con ella:

“Lo siento Venezuela, pero necesito seguir esta lucha que es
 personal, perdón por todo lo que ha sucedido,
 pero es necesario y por eso gracias ya que tu mejor
 que nadie me comprendes y me entiendes,
 te amo Venezuela y siempre te amaré.”

Para aquellos que se fueron y que no les está yendo tan bien solo quiero que sepan una cosa, todo esfuerzo tiene su recompensan, recuerden que los términos con Venezuela deben quedar claros, porque es un divorcio que estás teniendo con ella, pero tienes que quedar como amigo y no como enemigo. No andes vociferando que no volverás a Venezuela, no vociferes improperios y demás, porque el Universo y Dios podrán darte una sorpresa haciéndote volver para que sanes tu herida y dolor con ella. La culpa no es de Venezuela como tierra, es culpa de mucha gente que no supieron valorarla y amar, entonces… ¿Tú eres uno de ellos? No, verdad, por esa razón tienes que dejar tus términos claros.

Para aquellos que están fuera de Venezuela desde hace mucho tiempo y no han vuelto por miedo, por decisiones propias, porque si salen pierden el papeleo adelantado de sus nacionalidades y demás, solo les diré una cosa: ¡El tiempo de Dios es Perfecto! Y todo sucede por algo y ese algo siempre será lo correcto. A ustedes que les está yendo bien, solo les doy la Bendición y recuerden agradecer día a día por lo que han logrado y solo les pido que no olviden las tierras que los vieron crecer, recuerden que cuando todo pase, ustedes podrán volver ya sea de vacaciones o a vivir. Solo ustedes sabrán, pero recuerden lo mucho que lucharon para llegar hasta ahí y por eso, no dejen de tenderle la mano a los que se van.

Solo queda decirles a todos que estas tierras son de ustedes también, porque aun en tierras lejanas, ustedes siguen siendo venezolanos y el camino se hace al andar, estemos en donde estemos, lo hacemos al andar. Que nos tocó tomar caminos distintos, NO IMPORTA, en algún momento nos reencontraremos.

Felicidad y amor para ustedes, los quiero y los bendigo siempre.


EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
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