Nadie puede arrebatar tus sueños - Cartas Egipcias

sábado, 9 de junio de 2018

Nadie puede arrebatar tus sueños


Este artículo lo escribí en el año 2016 y
aún sigue tan vigente como
aquella primera vez…

Hay cosas inusuales en la vida, pero que a veces se convierten en cosas tan normales que no terminamos de comprender bien lo que termina por suceder en nuestro camino. Lo cierto y real, es que a veces debemos actuar con mucha precisión, calma y conciencia para poder establecer vínculos claros que nos permitan crecer en medio de la adversidad. Minutos antes de escribir estas palabras, inicie un proceso de catarsis, llore, me desahogue y libere muchas tensiones que tenía acumuladas desde hace unos días atrás.

Es fuerte ver como las cosas en tu entorno siguen cayendo, se derrumban y se complican cada vez más. Es triste ver como se pierden las ilusiones de los jóvenes entre la multitud de inconvenientes que vive nuestro país. Esta entrada, va dedicada a todos esos jóvenes que día a día buscan vivir, sobrevivir en este incomprendido país. Ustedes, queridos hijos de luz no merecen vivir esto. Así que hoy, les dedicó unas palabras que más allá de ser palabras de aliento, son palabras que nos recuerdan que sus historias son similares a las de quienes los rodea, pero la importancia de todo esto radica esencialmente en la necesidad de poder cambiar, mejorar y crecernos ante la adversidad.

Para quienes no saben, mi equipo de trabajo son jóvenes, personas cuyas edades están por debajo de los 25 años y todos ellos estudian en la universidad, cada uno de ellos forman parte de todo esto que hemos venido construyendo y son personas con las qué, mutuamente hemos tenido un apoyo reciproco que va más allá del simple trabajo. Es un apoyo que nos invita a ser fuertes y a saber que a pesar de todo, podemos contar con el otro, como una forma de poder timonear la crisis que vivimos.

Durante estos últimos días, he visto como cada uno ha decaído, su tristeza y preocupación se hace cada vez más fuerte y por más que intentan seguir de pie, muy en el fondo se sienten frustrados, perdidos y sin una clara visión de qué hacer en este país que ahora mismo los tiene, de cierto modo, locos. Veo sus semblantes, sus ganas de hacer algo, de cambiar el mundo, son jóvenes que desean comerse el mundo, salir y vivir en carne propia, las bondades de algún país que les permita vivir la abundancia, la paz y la seguridad como algo que les corresponde por derecho y no por mendigarlo.

Uno de ellos estudia Idiomas Modernos y desea ser el mejor traductor de todos, hacer doblajes de películas, trabajar en la traducción de libros, impartir clases de su tan amado idioma Francés. Otro de ellos, estudia Fotografía y sueña con ser el mejor fotógrafo de todos, incluso comparte sus experiencias por su cuenta en #Instagram @venezuelaenfotos_lf y sueña con convertirse en fotógrafo de celebridades. Otro de ellos estudia Literatura y piensa en ser el mejor en su área, dice verse como un lingüista e investigador en su área. Cada uno tiene un sueño peculiar pero todos se hacen la pregunta: ¿Para qué?

Ellos ven la situación de Venezuela, miran a su alrededor, día a día salen y ven como el país que los vio crecer se empieza a desplomar de manera paulatina, ellos consideran que ya no hay mucho por hacer. Hace poco se desanimaron por las noticias que salieron con respecto a las trabas para registrar tu título y este tenga valor en el extranjero. Uno de ellos me dijo: “Ahora si es verdad… ¿para qué estudiar? Si lo único que me motivaba a terminar la carrera era el deseo de irme del país.” No supe que decir, simplemente quedé en silencio.

Ellos me cuentan que muchos de sus compañeros universitarios han desertado al estudio universitario, simplemente porque no pueden sostenerse y demás. Los servicios de comedor cada vez son insuficientes y la crisis ha llevado a muchos a utilizar dicho servicios que solo sirve un poco de esto y de aquello. Uno de ellos me comenta que un día les dieron papa con queso y una naranja. Eso, simplemente eso, fue su almuerzo y, lamentándolo mucho, hay miles de estudiantes que solo viven de eso, o mejor dicho, se ayudan con la comida de los comedores universitarios. Otros tantos ven el precio de alquileres elevados, que rondan entre los 10mil y 20mil bolívares. Por esas razones, muchos han desertado.

Los pasillos del campus universitario son solitarios, el ambiente que se respira es profundo, triste, sentido y muy doloroso. Todos hablan de buscar comida, de crisis, de medio subsistir. Muchos dejaron de hacer sus típicas salidas nocturnas, sus encuentros en cafés e incluso, dejaron de visitar la cafetería de sus respectivas facultades. Muchos comprimieron su vida a una rutina poco peculiar para los jóvenes que sueñan con tener una juventud llena de placeres, diversión, estudios y demás. Todos se han convertido en una especie de adultos prematuros que salen a hacer sus diligencias, intentan buscar algo para comer y a la casa, porque, hasta los cines, se quedaron vacíos y sus butacas ahora solo cuentan historias silenciosas de un pasado que quizás tarde en volver.

Los jóvenes han perdido eso, su juventud, muchos se han quedado sumergidos en una especie de estado en donde no saben qué hacer. Unos sueñan con huir, otros tienen la leve esperanza de que esto pasará. Otros simplemente no tienen los medios ni para seguir estudiando y mucho menos para huir del país. La juventud de todos estos hombres y mujeres está quedando borrada entre una cola por adquirir algún alimento, entre el propio encierro al que ha sido obligado por la inseguridad galopante, pasando por los estudios que, sí aún sigue frecuentando, lo hace con el mayor desanimo del mundo, porque incluso, cree que no vale la pena estudiar.

¿Venezuela a donde hemos llegado?

Es triste ver cómo les han robado los mejores años a nuestros jóvenes, a nuestros niños a nuestro futuro. Muchos han y están perdiendo las esperanzas y muchos han dejado de soñar engrande para solo soñar e imaginar si mañana o pasado podrán comer bien, alimentarse o tan siquiera irse a la cama con algo en el estómago. Los tiempos han cambiado y eso lo sabemos muy bien, pero debemos tratar de mantener los ánimos de pie. Incluso, con mi experiencia de hoy, 22 de julio, mis ojos derramaron lágrimas al ver como un sistema que dice llamarse socialismo y ser la salvación para muchos en este siglo XXI ha terminado por mermar los ánimos y acabar con la ilusión de muchos.

No somos de piedra, tú, yo, ellos, ellas, todos sufrimos los embates complicados de la crisis, todos sufrimos los problemas, todos vivimos una lucha complicada y silenciosa. Nadie comprende el dolor, la pena y la agonía que pueda atravesar el que va a nuestro lado en el transporte público o en una cola. Nadie conoce el verdadero dolor que vive el venezolano hoy en día. Nadie comprender que esto, es un problema que trasciende más allá de lo meramente material, este proceso ha terminado o está terminando de destruir nuestros sueños, nuestros anhelos. Estamos atravesando momentos en donde, quizás, sobreviva el más fuerte, en donde quizás muchos dejen sus sueños a un lado para intentar sobrevivir en este país que por muy difíciles que parezca, verá su luz, pero por alguna extraña razón, la juventud ha perdido la fe en él.

Muchos han dejado de ser optimistas, muchos han olvidado que la fe mueve montañas y que la esperanza es algo que jamás se debe perder. Venezuela merece ser mejor, para que nuestros jóvenes tengan un futuro brillante. Solo queda decirles a ellos, que los tiempos están llegando y que Dios, está obrando para que el cambio que tanto habíamos deseado termine por gestarse en nuestro país. No es momento para perder la fe, no es momento para agobiarnos con tristezas y mucho menos con negativismo. Los tiempos son perfectos y el de Dios, aún más.

Trabajemos desde la fe y la esperanza, sigamos emprendiendo y creciendo, porque los tiempos difíciles son para los fuertes y yo, como venezolano, creo en ti, en que eres capaz de lograr y alcanzar lo inalcanzable. Porque puedes ver que el país se cae a pedazos, pero si tú haces algo para que lo que tienes en tu entorno, no se venga abajo, así sea muy pequeño, puede significar un punto importantísimo para ti, puede significar un cambio favorable, puede, incluso representar tu esfuerzo por mejorar tu pequeño mundo. Desearíamos cambiar a Venezuela, pero uno solo no puede, solo basta con que hagamos algo, así sea muy pequeño y veremos como todo en nuestro pequeño mundo cambia.

Es difícil a veces decirle algo a un joven, animarlo y avivarlo a que siga, porque ves a tu alrededor como todo se complica y se sumerge más en las tinieblas, pero aun así sigues de pie. Apoyando a tus hijos, sobrinos, amigos e incluso nietos, porque somos así, somos venezolanos y por más que veamos todo difícil, siempre buscamos la manera de seguir de pie, con una sonrisa y alimentando el deseo de cambio de muchos. Así que sigamos, todos juntos en este camino, nada es imposible, así que veamos este proceso como algo que pronto pasará y por más que todo se complique, nunca, pero lee bien, nunca renuncies a tus sueños, porque solo ellos son los que te mantienen con vida en este convulso mundo.

Solo pido que no dejen de luchar por lo que quieren y nunca se aparten de su propia fe, de su propia energía, si tú puedes soñarlo, puedes lograrlo. Tú puedes hacer la diferencia, tú puedes lograr lo que te propongas siempre y cuando lo quieras hacer y lo desees.

PD: Uno de ellos, se ha ido del país, no soporte que su vida se fuera entre colas, escasez, inseguridad. Quería ser libre.


EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
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