"Una flor sobre su tumba se marchita,
una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios."
una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios."
San Agustín
"Cada uno se presentará ante el tribunal de Dios para
darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo."
darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo."
Santa Biblia
La Conmemoración a los
Fieles Difuntos, generalmente llamada Día de los Muertos o Día de los Difuntos
o El día de las ánimas, es una celebración que se realiza el 2 de noviembre complementando
al Día de Todos los Santos, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han
acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún
en estado de purificación en el Purgatorio. La celebración de una fiesta
dedicada a los difuntos persigue en la mayoría de culturas el objetivo de
apaciguar a los muertos más recientes que vagan aún por la tierra sin encontrar
el lugar de reposo (para la Iglesia Cristiana Católica ese lugar por el cual
vagan se llama Purgatorio).
El Día de los Difuntos [...] el día designado en la
Iglesia Católica Romana
para la conmemoración de los difuntos fieles.
La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles
que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales,
o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado,
no pueden alcanzar la Visión Beatífica,
y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa.
[...] Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos
son de origen pagano y de antigüedad inmemorial.
Así sucede que los campesinos de muchos países católicos
creen que en la noche de los Difuntos,
los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido
y participan de la comida de los vivientes
para la conmemoración de los difuntos fieles.
La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles
que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales,
o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado,
no pueden alcanzar la Visión Beatífica,
y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa.
[...] Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos
son de origen pagano y de antigüedad inmemorial.
Así sucede que los campesinos de muchos países católicos
creen que en la noche de los Difuntos,
los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido
y participan de la comida de los vivientes
The American Encyclopedia
dice:
Elementos de las
costumbres relacionadas con la víspera del Día de Todos los Santos se remontan
a una ceremonia druídica de tiempos precristianos. Los celtas tenían fiestas
para dos dioses principales... un dios solar y un dios de los muertos (llamado
Samhain), la fiesta del cual se celebraba el 1 de noviembre, el comienzo del
año nuevo celta. La fiesta de los difuntos fue gradualmente incorporada en el
ritual cristiano. (Tomo 13, pág. 725)
El libro The Worship of
the Dead (La adoración de los difuntos) señala este origen al decir:
Las mitologías de todas
las naciones antiguas están entretejidas con los sucesos del Diluvio [...] El
vigor de este argumento está ilustrado por el hecho de que una gran fiesta de
los muertos en conmemoración de ese acontecimiento se observa, no solo en
naciones que más o menos se encuentran en comunicación entre sí, sino también
en otras extensamente distanciadas, tanto por el océano como por siglos de
tiempo. Además, todos celebran esta fiesta más o menos el mismísimo día en que,
de acuerdo con el relato mosaico, tuvo lugar el Diluvio, a saber, el
decimoséptimo día del segundo mes... el mes que casi corresponde con nuestro
noviembre. Londres, 1904, Colonel J. Garnier, pág. 4
Por tanto, estas celebraciones en realidad comenzaron
como una fiesta para honrar a personas que, debido a
su maldad,
habían sido destruidas por Dios en los días de Noé.
(Gén. 6:5–7; 7:11.)
La práctica religiosa
hacia los difuntos es sumamente antigua. El profeta Jeremías en el Antiguo
Testamento dice: «En paz morirás. Y como
se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antepasados que te precedieron,
así los quemarán por ti, y con el « ¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo
— oráculo de Yahveh» (Jeremías 34,5). A su vez en el libro 2° de los
Macabeos está escrito: «Mandó Juan
Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus
pecados» (2 Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, en los primeros días
de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido
en la díptica, que es un conjunto formado por dos tablas plegables, con forma
de libro, en las que la Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas
pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes se había de orar.
En el siglo VI los
benedictinos tenían la costumbre de orar por los difuntos al día siguiente de
Pentecostés. En tiempos de san Isidoro († 636) en España había una celebración
parecida el sábado anterior al sexagésimo día antes del Domingo de Pascua (domingo
segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de
Pentecostés. En Alemania cerca del año 980, según el testimonio del cronista
medieval Viduquindo de Corvey, hubo una ceremonia consagrada a la oración de
los difuntos el día 1 de noviembre, fecha aceptada y bendecida por la Iglesia.
Adoptada por Roma en el siglo XIV pero que se remonta varios siglos atrás. Fue
el 2 de noviembre del año 998 -otros autores fijan la fecha en 1030- cuando, en
optó cerca del año 1000, en Milán se adoptó el siglo XII, hasta ser aceptado el
2 de noviembre, como fecha en que la Iglesia celebraría esta fiesta.
"Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio,
sin que os de pena. Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí
ante el altar del Señor" (Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte.)
San Agustín
En la Iglesia Católica
Para la Iglesia católica,
se trata de una conmemoración, un recuerdo que la Iglesia hace en favor de
todos los que han muerto a este mundo (fieles difuntos), pero aún no pueden
gozar de la presencia de Dios, porque están purificando, en el Purgatorio, los
efectos que ocasionaron sus pecados. Este día ofrecemos nuestras oraciones
(llamadas sufragios), sacrificios y la Santa Misa para que los fieles difuntos
de la iglesia Purgante, terminen esta etapa y lleguen a la presencia de Dios.
Hay pues, una gran diferencia en la fiesta del día primero y el ambiente de oración
y sacrificio del día dos. Aunque la iglesia siempre ha orado por los difuntos,
fue a partir del dos de noviembre del año 998 cuando se creó un día especial
para ellos. Esto fue instituido por el monje benedictino San Odilón, Francia.
Su idea fue adoptada por Roma en el siglo XVI y de ahí se difundió al mundo
entero.
En las Iglesias Católicas
Orientales
Entre los cristianos
orientales hay varios días dedicados a la oración por los difuntos, muchos de
ellos caen en sábado, durante el tiempo de la Cuaresma o Pascua. En el rito de
la Iglesia Ortodoxa Griega, esta fiesta se celebra en la Víspera de la Sexagésima,
o en la Víspera de Pentecostés, mientras que la Iglesia Armenia celebra la «Pascua de los difuntos» al día siguiente
de Pascua de Resurrección. En la Iglesia Serbia hay también una Conmemoración
de los difuntos, celebrada el sábado siguiente a la fiesta de la Concepción de
san Juan Bautista (23 de septiembre)
En la Iglesia Anglicana
Durante la Reforma
protestante, la celebración de los Fieles Difuntos fue fusionada con la de
Todos los Santos por la Iglesia Anglicana, aunque fue renovada por ciertas Iglesias
conectadas con el Movimiento de Oxford en el siglo XIX. Entre algunos
protestantes no anglicanos la tradición ha sido mantenida tenazmente. A pesar
de la influencia de Lutero, que abolió esta celebración en Sajonia y de las
penas eclesiásticas luteranas, sobrevive esta celebración en la Europa
protestante.
Tradiciones del Día de los
Fieles Difuntos
En España, como en otras
partes del mundo, veneran a sus difuntos, haciéndoles ofrendas compuestas por
comida, bebidas, calaveritas literarias, música, dulces etc.; al panteón, así
se continúa con la tradición de estas fechas. La tradición de asistir al
cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está
acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción
de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de
dolencia, como sucede con los seres terrenales. En Francia la gente de todos
los rangos y credos decora los sepulcros de sus muertos en la Fête des morts.
En el centro y sur de
México y en algunos países de América Central esta celebración se combinó con
elementos de indigenismo y del sincretismo, resultando una original celebración
en el Día de Muertos, distinta de las otras naciones católicas. Esta fiesta
incluye por tradición un Altar de muertos, que consiste en una serie de adornos
florales acompañados de la comida favorita del difunto; además de fotografías y
otros detalles. En El Salvador se acostumbra visitar los camposantos con
coronas florales y cruces de flores naturales y artificiales, es asueto
nacional y gran cantidad de personas se traslada para visitar a sus seres
queridos fallecidos.
En las zonas andinas de
Sudamérica, especialmente en Ecuador, Perú y Bolivia, la costumbre es preparar
e intercambiar entre familiares y amigos las guaguas de pan para consumir con
la colada morada que en algunas áreas rurales son también ofrendas principales
en los cementerios. En Argentina simultáneamente se conmemora el Día de los
Muertos por la Patria, instituido a partir de la iniciativa del profesor
correntino Dr. José Alfredo Ferreira, en el año 1910.
Venezuela, es uno de los
países latinoamericanos que celebra este día, en el que la población venezolana
se prepara desde tempranas horas de la mañana con la finalidad de comprar los
ramos de flores que adornarán las tumbas de sus seres queridos. Muchas las
adornan con diferentes tipos de flores, las cuáles se cree que atraen y guían a
los difuntos. También adornan las lápidas con velones y santos. Del mismo modo,
en las Iglesias Católicas se recitan las misas en honor a los difuntos, por
motivo de dicha celebración.
Las tres Iglesias: Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en
Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos. Iglesia triunfante: los que ya
se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer). Iglesia militante:
los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. E
Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados,
de las manchas que afean su alma. El Catecismo de la Iglesia Católica,
publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad
para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:
1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no
perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para
obtener la completa hermosura de su alma (1030).
2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y
ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La
Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella
frase de San Pablo que dice: "La
obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las
obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14).
3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente
antigua.
4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la
costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa
Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma").
5ª. San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en
este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en
el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que
tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas,
oraciones y limosnas por su eterno descanso".
De San Gregorio se narran
dos hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y
después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas
misas había logrado salir del purgatorio. Y el segundo, que un día estando
celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo
alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había
quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la
Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio".
Desde tiempos de San
Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre
de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas. La respuesta de San
Agustín: a este gran Santo le preguntó uno: "¿Cuánto rezarán por mí cuando
yo me haya muerto?", y él le respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el
evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa
medida se empleará para darle a él".
¿Vamos a rezar más por los
difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y
otras buenas obras? Los muertos nunca vienen a espantar a nadie, pero sí rezan
y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.
ORACIÓN AL FALLECIMIENTO
DE UN SER QUERIDO
¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del
dolor, único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los
seres queridos! Tú, Señor, a quién los cielos, la tierra y los hombres vieron
llorar en días tristísimos; Tú, Señor, que has llorado a impulsos del más
tierno de los cariños sobre el sepulcro de un amigo predilecto; Tú, ¡oh Jesús!
que te compadeciste del luto de un hogar deshecho y de corazones que en él
gemían sin consuelo; Tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras
lágrimas. Míralas, Señor, cómo sangre del alma dolorida, por la pérdida de
aquel que fue deudo queridísimo, amigo fiel, cristiano fervoroso. ¡Míralas,
Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por su alma, para que la
purifiques en tu sangre preciosísima y la lleves cuanto antes al cielo, si aún
no te goza en él! ¡Míralas, Señor, para que nos des fortaleza, paciencia,
conformidad con tu divino querer en esta tremenda prueba que tortura el alma!
¡Míralas, oh dulce, oh pidadosísimo Jesús! y por ellas concédenos que los que aquí
en la tierra hemos vivido atados con los fortísimos lazos de cariño, y ahora
lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo junto a
Ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón. Amén.
ORACIÓN POR NUESTROS
SERES QUERIDOS
Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te
compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros
seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con
gran predilección,
escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.
escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.
Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les
ilumine tu luz perpetua.
Que las almas de los fieles difuntos por la
misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
ORACIÓN DE RECOMENDACIÓN
DEL ALMA A CRISTO
Señor, te encomendamos el alma de tu siervo(a)...
(Mencione su nombre) y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo,
que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas,
ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra.
(Mencione su nombre) y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo,
que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas,
ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra.
Reconócela, Señor, como criatura tuya;
no creada por dioses extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca tus obras.
no creada por dioses extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca tus obras.
Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia y no
te acuerdes de sus pecados pasados ni de los excesos a que la llevó el ímpetu o
ardor de la concupiscencia.
Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al
Hijo, ni al Espíritu Santo; antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y
adoró
fielmente al Dios que lo hizo todo.
fielmente al Dios que lo hizo todo.
EDUARDO LUZ
Tarotista,
Astrólogo y Vidente
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