"Dios os salve,
María, Madre de Dios.
En Vos está y estuvo toda la plenitud
de la gracia y todo bien"
María, Madre de Dios.
En Vos está y estuvo toda la plenitud
de la gracia y todo bien"
El 18 de noviembre de 1709, sobre las olas retozonas del marabino lago
cabalgaba una pequeña tabla lisa. Era de madrugada y un grupo de mujeres
cumplía su diaria labor de lavado de ropas. Esa tablita fue tomada por una
anciana, porque la necesitaba para tapar la tinaja del agua y la llevó a su
casa. Allí, poco a poco, la madera empezó a mancharse, la viejita la
limpió y notó que aparecían signos de una imagen religiosa y por esta razón la
colocó en un sitio especial de la casa. No pasó mucho tiempo sin que ocurriera
el milagro: la casa empezó a sacudirse y se iluminó por completo «con los
fulgores que el retablo difundía en haces meridianos».
La pobre anciana, atribulada, se postró de hinojos
ante la Virgen de Chiquinquirá y empezó a gritar « ¡Milagro!, ¡Milagro! ». Los
vecinos acudieron y vieron a la Virgen «de color mestizo y de faz indígena, que
a todos miraba con semblante acogedor». Al tiempo de lo acontecido en casa de
la humilde lavandera, las autoridades de Maracaibo decidieron realizar una
procesión en honor de la Chinita. Posteriormente, las autoridades eclesiásticas
pensaron en trasladar la milagrosa tabla a la Catedral, pero la Virgen escogió
su propio santuario. Cuenta la leyenda, que la Virgen era llevada en
hombros por dos hombres elegidos por el propio Gobernador, cuando al doblar una
esquina, la imagen se puso tan pesada que impidió seguir moviéndola.
Finalmente, después de muchos ruegos al cielo y
súplicas a la Virgen, uno de los presentes exclamó: "Tal vez la Virgen no quiera
ir a la Iglesia Matriz y prefiera la de San Juan de Dios". Según
la tradición popular, estas palabras se tomaron como una inspiración divina, ya
que, la procesión cambió su rumbo hacia la iglesia de la gente humilde de
Maracaibo y la imagen recuperó su peso normal. Es por esto, que desde ese día,
la Virgen de la Chiquinquirá, la querida Chinita, protege desde su templo, hoy
basílica, al pueblo zuliano.
En la actualidad la casa donde se efectuó el
hallazgo se levanta un majestuoso templo hogar de nuestra Santa Patrona en el
cual se celebra el santo sacrificio de la misa y aquella tablita milagrosa en
la cual se encuentra reflejada la imagen sagrada, se expone con orgullo en este
altar, donde podemos ver con gran claridad la indescriptible y soberana
aparición de la Virgen de Chiquinquirá. La calle donde estaba la casa
tomó desde ese momento el nombre de Calle del Milagro.
El 18 de mayo de 1920 el Papa Benedicto XV distinguió
con el título de Basílica Menor la de San Juan de Dios, que los Zulianos llaman
Basílica de Chiquinquirá. Ya antes, el 16 de julio de 1917 había
dispuesto el mismo Papa la coronación canónica de la Virgen de Chiquinquirá.
Estas gestiones fueron hechas, según el historiador Adolfo Romero Luengo (La
Madre de Dios en el Zulia, p. 47 ss) por el padre Antonio María Soto Romero, de
los Puertos de Altagracia.
Sin embargo, el acto de la coronación efectiva de
la Virgen se realizó muchos años después, el 18 de noviembre de 1942, con
asistencia del Presidente de la República Isaías Medina Angarita y su Gabinete.
El Papa Juan Pablo II, durante su visita a Maracaibo el 27 de enero de 1985,
celebró la homilía «Nueva Evangelización» ante el altar de Nuestra Señora de
Chiquinquirá.
En la actualidad la casa donde se efectuó el
hallazgo se levanta un majestuoso templo hogar de nuestra Santa Patrona en el
cual se celebra el santo sacrificio de la misa y aquella tablita milagrosa en
la cual se encuentra reflejada la imagen sagrada, se expone con orgullo en este
altar, donde podemos ver con gran claridad la indescriptible y soberana
aparición de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá. La calle donde estaba la
casa tomó desde ese momento el nombre de Calle del Milagro.
Oración I
Virgen del Rosario de Chiquinquirá… Madre nuestra
Ruega por nosotros ahora. Concédenos el don
inestimable de la paz, la superación de todos los odios, rencores y la
reconciliación de todos los hermanos. Que cese la violencia, que progrese y se
consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica.
Que se abran nuevos caminos de justicia y de
prosperidad. Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz. Sé
para nosotros puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza, para que juntos
podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Amén.
Oración II
¡Oh Santa Madre Reina! de nuestros corazones.
Abogada de los casos más desesperados; Madre pura y compasiva; Madre del Amor
Divino y llena de Luz Divina, pongo en tus tiernas manos el favor que aquí te
pido... (Pedir el favor y rezar un avemaría y gloria)
Apiádate de nuestras miserias, de nuestros
corazones, de nuestras lágrimas, de nuestras aflicciones y de nuestros
sufrimientos del espíritu. Acudo a Ti Madre mía, para que por medio de tu
Divino Hijo Nuestro Señor Jesucristo, sea escuchado mi ruego. Yo prometo que al
ser oída mi súplica, difundiré Tu Gloria
¡Oh Madre Reina mía yo propagaré tu nombre como Madre de nuestros corazones y Reina del Universo! Te ruego que me oigas postrado ante Tu altar donde diariamente nos das tantas pruebas de Tu Amor y de Tu Poder, consiguiéndonos la salud del cuerpo y el alma, intercediendo por los ruegos con que a Ti llegamos ante Tu Amado Hijo Jesús. Jamás perderé la esperanza en Ti
¡Oh Madre! Virgen Reina nuestra y pídele a Nuestro Señor Jesucristo que nos de salud de cuerpo y alma, que perdone nuestros pecados y que nos de fortaleza para que perseveremos en nuestra Fe hasta el fin y así gozar de su Amor y salvación.
¡Oh Virgen Reina de nuestros corazones sáname de cuerpo y alma pues en Ti confío!
¡Oh Virgen Reina de nuestros corazones guíanos y protégenos de todo mal y peligro, de las asechanzas del enemigo! en ¡Ti confío!
¡Oh Virgen Reina de nuestros corazones, fortalece nuestra Fe para que nos mantengamos en unión contigo!
¡Oh Madre! Reina y junto a tu Hijo Amado Jesucristo, en ¡Ti confío!
¡Oh Madre Reina mía yo propagaré tu nombre como Madre de nuestros corazones y Reina del Universo! Te ruego que me oigas postrado ante Tu altar donde diariamente nos das tantas pruebas de Tu Amor y de Tu Poder, consiguiéndonos la salud del cuerpo y el alma, intercediendo por los ruegos con que a Ti llegamos ante Tu Amado Hijo Jesús. Jamás perderé la esperanza en Ti
¡Oh Madre! Virgen Reina nuestra y pídele a Nuestro Señor Jesucristo que nos de salud de cuerpo y alma, que perdone nuestros pecados y que nos de fortaleza para que perseveremos en nuestra Fe hasta el fin y así gozar de su Amor y salvación.
¡Oh Virgen Reina de nuestros corazones sáname de cuerpo y alma pues en Ti confío!
¡Oh Virgen Reina de nuestros corazones guíanos y protégenos de todo mal y peligro, de las asechanzas del enemigo! en ¡Ti confío!
¡Oh Virgen Reina de nuestros corazones, fortalece nuestra Fe para que nos mantengamos en unión contigo!
¡Oh Madre! Reina y junto a tu Hijo Amado Jesucristo, en ¡Ti confío!
Tú viniste ¡Oh Madre Reina y Amada en celeste
aparición a enseñarnos el Amor a Tu Divino Hijo Jesucristo y a conseguir con
fervor las gracias por el Santo Rosario!
Amén.
Amén.
EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
CONTACTO:
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cartasegipcias
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