Santa Lucia Bendita
concédenos desde el cielo
nos envíe Dios sus luces
para ver siempre
lo que debemos hacer, decir y evitar,
y hacerlo, decirlo y evitarlo siempre.
concédenos desde el cielo
nos envíe Dios sus luces
para ver siempre
lo que debemos hacer, decir y evitar,
y hacerlo, decirlo y evitarlo siempre.
Fue una mártir cristiana, que
padeció el martirio durante la persecución de Diocleciano. Es venerada en la
Iglesia católica, ortodoxa y luterana. Nació y murió en Siracusa (ciudad de
Italia), en la cual se ha encontrado una lápida del año 380 que dice: "N.
N. Murió el día de la fiesta de Santa Lucía, para la cual no hay elogios que
sean suficientes". En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el
Papa San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que
él fundó (en el año 590).
De acuerdo con la tradición Lucía
era de padres nobles y ricos, hija de Eutiquia; del padre se dice que murió
cuando Lucía era joven. Probablemente se llamaba Lucio, dada la costumbre
romana de poner a las hijas el nombre del padre. Según algunos, está inspirado
en el texto paulino, «Los hijos de la luz». Lucía ciertamente significa
"Luz para el mundo". Fue educada en la fe cristiana. Consagró
su vida a Dios e hizo un voto de virginidad. Su madre, que estaba enferma, la
comprometió a casarse con un joven pagano y ella, para que se librase de ese
compromiso, la persuadió para que fuese a rezar a la tumba de Águeda de Catania
a fin de curar su enfermedad.
Con la condición de que, si esta
sanaba, no se casaría. Como su madre sanó, Lucía le pidió que la liberara del
compromiso, le dejara consagrar su vida a Dios y donara su fortuna que usarían
para el matrimonio, a los más pobres. Su madre accedió. Pero su pretendiente la
acusó ante el procónsul Pascasio debido a que era cristiana, en tiempos del
emperador Diocleciano. El martirio de Lucía no está atestiguado por
fuentes contemporáneas o inmediatamente posteriores a la persecución de
Diocleciano, sino por relatos hagiográficos. El más antiguo de estos relatos es
un martyrion griego y su redacción latina correspondiente es al menos un siglo
más tardío.
Cuando Lucía fue arrestada bajo
la acusación de ser una cristiana, Pascasio le ordenó que hiciera sacrificios a
los dioses. Entonces Lucía dijo: "Sacrificio puro delante de Dios es
visitar a las viudas, los huérfanos y los peregrinos que pagan en la
angustia y en la necesidad, y ya es el tercer año que me ofrecen sacrificios a
Dios en Jesucristo entregando todos mis bienes." Irritado Pascasio, ordenó
a sus soldados a que la llevaran a un prostíbulo para que la violaran y luego
se dirigió a Lucía diciéndole: "Te llevaré a un lugar de perdición así se
alejará el Espíritu Santo". Los soldados la tomaron para llevársela, la
ataron con cuerdas en las manos y los pies, pero por más que se esforzaban no
podían moverla: la muchacha permanecía rígida como una roca. Al enterarse de lo
sucedido, Pascacio ordenó someterla a suplicio con aceite y pez hirviendo, pero
no logró hacerla desistir. Condenada a ser martirizada, antes de morir
profetizó su canonización y su patronazgo como protectora de Siracusa, junto
con la caída de Dioclesiano y Maximiano.
El relato griego que data del
siglo V y el relato latino datado del siglo VI al VII son idénticos en lo
fundamental, aunque difieren en algunos detalles finales: según el martiryon
griego Lucía fue decapitada, en tanto que según la passio latina, fue
martirizada por uno o varios golpes de espada. Fue sepultada en el mismo lugar
donde en el año 313 se construyó un santuario dedicado a ella, que fue
lugar de destino de las peregrinaciones en su honor. Según la tradición, su historia
se divulgó por toda Siciliaː
“consagró
su virginidad con el martirio, pues a Dios agrada tu pureza y santidad”.
Es la patrona de la vista. La
relación entre Lucía y los ojos, que hace de esta santa la protectora de la
vista, se explicita en la iconografía de la Edad Media y deriva quizá de la
cercanía etimológica del nombre griego «Lucía» con el término latino lux (luz).
Existe la leyenda de que fue la belleza de los ojos de Lucía la que no permitía
descansar a uno de sus pretendientes, por lo que ella se los arrancó y se los
envió. Lleno de remordimiento e impresionado por el valor de Lucía, el
pretendiente se convirtió al cristianismo. Una leyenda medieval decía
que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. Se le
representa normalmente con una espada que le atraviesa el cuello, una palma, un
libro, una lámpara de aceite y también con dos ojos en un plato.
Patronazgos…
Es patrona de los pobres, los
ciegos, de los niños enfermos y de las ciudades. Es patrona de los campesinos, electricistas,
modistas, chóferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros, sastres y
escritores. Es patrona de Siracusa en Italia, de Venecia en Italia, de
Zacatecoluca en El Salvador, de Santalla de Rey en España. En Venezuela específicamente
en la ciudad de Maracaibo, estado Zulia, se celebran las fiestas de santa Lucía
en su honor. Se inician con su tradicional bajada a finales del mes de
noviembre, acompañadas de cantos y de los acordes de gaitas zulianas.
Día de conmemoración…
Desde tiempos inmemorables se ha
tenido a Santa Lucía como patrona de los ciegos y abogada de problemas de la
vista. Sus devotos como agradecimiento de curaciones le ofrecen como exvoto
ojos de oro o plata. Las Iglesias católica, ortodoxa y luteranas escandinavas
celebran su fiesta el día 13 de diciembre. Durante la Edad Media, debido al
retraso acumulado por el Calendario Juliano, la festividad de Lucía coincidía
con el solsticio de invierno y, por tanto, el día más corto del año. El nombre
de la santa, que significa la que porta luz y la fecha en que se conmemoraba su
martirio, explicarían el origen de esa leyenda posterior sobre sus ojos.
ORACIÓN I
¡Oh
bienaventurada y amable Santa Lucía!, universalmente reconocida por el pueblo
cristiano como especial y poderosa abogada de la vista; llenos de confianza a
ti acudimos pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana y que el
uso que hagamos de nuestros ojos sea siempre para bien de nuestra alma, sin que
turben jamás nuestra mente objetos o espectáculos peligrosos, y que todo lo
sagrado o religioso que ellos vean se convierta en saludable y valioso motivo
de amar cada día más a nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu
intercesión, oh protectora nuestra, esperamos ver y amar eternamente en la
patria Celestial.
Amén
ORACIÓN II
Oh
Dios, nuestro Creador y Redentor, escucha nuestras plegarias con misericordia
al venerar Tu sierva Santa Lucía, por la luz de la fe que derramaste sobre
ella. Con Tu bondad, danos la capacidad de aumentar y preservar esa misma luz
en nuestras almas, para que podamos evitar el mal, hacer el bien y aborrecer la
ceguera y la obscuridad producto del mal y del pecado. Confiando en Tu bondad,
Oh Dios, humildemente te pedimos, por la intercesión de Tu sierva Santa Lucía,
que nos brindes perfecta visión a nuestros ojos, para que puedan servir a Tu
honra y gloria, y por la salvación de nuestra alma en este mundo para gozar de
la luz perenne del Cordero de Dios en el Paraíso. Santa Lucía, Virgen y mártir,
escucha nuestras plegarias y atiende nuestras peticiones.
Amén.
ORACIÓN III
Santa
Lucía, que de la luz recibiste tu nombre, a ti confiadamente acudo para que me
alcances la luz celestial que me preserve del pecado y de las tinieblas del
error.
También
te imploro me conserves la luz de mis ojos, con una abundante gracia para usar
de ellos según la voluntad de Dios.
Haz,
Santa Lucía, que, después de haberos venerado y haber agradecido este ruego,
pueda finalmente gozar en el Cielo de la luz eterna de Dios.
Así
sea.
EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
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