12 de Mayo: Día de San Pancracio - Cartas Egipcias

domingo, 6 de mayo de 2018

12 de Mayo: Día de San Pancracio



El 12 de mayo se celebra la fiesta de San Pancracio, un joven romano de solo 14 años que fue martirizado por declararse creyente cristiano y partidario de Jesucristo. Pese a lo inseguro de las noticias auténticas que sobre su vida y muerte se conservan, ha gozado durante siglos de un culto muy intenso y muy difundido. Al haber sufrido el martirio apenas adolescente, su figura ha sido presentada como modelo de la fortaleza que da la fe, la cual, según la frase evangélica, obtiene de la boca de los niños una perfecta alabanza de Dios, sellada en el caso de Pancracio por el testimonio de su sangre.

Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: "Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre". Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: "Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: "En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo". (Hechos 6,41).

San Pancracio:
Ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos
peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: "Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre". Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio, en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma, varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.

Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo. La basílica fue construida sobre su sepulcro hacia el año 500, en Roma. Un siglo después, San Gregorio Magno predicó en ella una homilía con ocasión de su natalicio. Después son ya más frecuentes las noticias. La historia sobre su vida y martirio es tardía, probablemente del siglo VI, y legendaria. Una mujer llamada Octavila recogió su cuerpo y lo enterró en un cementerio de la zona, donde luego se edificó su basílica.

A partir del siglo VI, al difundirse sus reliquias, se extiende también su culto, haciéndose muy popular, y entrando su nombre en todos los martirologios. En España no se conoció su pasión durante el periodo visigótico, pero sí se leía su nombre en algunos calendarios mozárabes.

Oración I
Glorioso mártir de Jesucristo, amable protector mío, San Pancracio, ya que el Señor escucha tan favorablemente tus ruegos, ayudando espiritual y temporalmente a los que piden sus gracias por tu intercesión, atiende la petición que, con humilde confianza en la bondad de Dios y apoyado en tu poderoso valimiento, elevo al cielo en mi presente necesidad.

(Aquí hágase la petición que se desea conseguir del Santo.)

Ya que tu grande amor a Dios te animó a ofrecer la vida en testimonio de la fe, obtén para mí este mismo amor y esta fortaleza en la práctica y en la confesión de la fe.

Para alcanzar tu continua protección sobre mí y sobre mi familia, te ofrezco ser fiel en el cumplimiento de la ley de Dios y en los deberes de mi estado, y procuraré agradarte con la frecuente recepción de los santos Sacramentos. Sirviendo a Dios y ayudado por ti, espero gozar de tu compañía en el cielo. Amén.


Oración II
Oh glorioso San Pancracio que en la hermosa juventud, que tan rica y halagadora se presenta para vos con las promesas del mundo, sin embargo renunciasteis magnánimamente a todo para abrazar la Fe y servir a nuestro Señor Jesucristo con gran ardor de caridad y con profunda humildad, y por El ofrecisteis alegremente vuestra vida con un sublime martirio, escuchad, os suplico, mi plegaria ahora que sois tan poderoso delante de Dios.

Obtenednos una viva fe que nos sirva de luz mientras peregrinamos en este mundo; un ardiente amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Alcanzadnos también espíritu de desprendimiento de los bienes de la tierra y desprecio de las vanidades del mundo; y humildad para practicar ejemplarmente la vida cristiana.

Os rogamos igualmente de un modo especial por los jóvenes. Acordaos que sois patrono de la juventud; llevad, por lo tanto, al Señor a todos los jóvenes, convertidos en puros y fervorosamente piadosos por vuestra intercesión. Obtenednos a todos la felicidad del Santo Paraíso. Así sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo y Vidente
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