La vida es un constante
aprendizaje, es un abanico inmenso de posibilidades y de mundos que subyacen en
la mente de cada ser humano y que estos, a su vez, se ven arropados por el
inmenso manto del Universo. Los tiempos han cambiado y las fuerzas energéticas
que nos mueven, también. Nos hemos convertidos en seres racionales pero
a la vez, en seres espirituales. Buscamos la manera de conectar lo mejor de dos
mundos para poder sobrevivir a nuestra realidad de una manera única, nueva y
transformadora. No olvidemos que dentro de nuestro interior existe energía única y
renovadora, energía que deviene de los dioses más antiguos y primigenios
que habitaron el mundo, esos, a los que muchos de nosotros, llamamos ‘Maestros
Ascendidos’.
Vivimos momentos en donde el
mundo evoluciona aceleradamente, en donde la tecnología toma un poder
considerable y en donde las fuerzas de la élite cobran protagonismo ante los
más débiles. Muchos consideran estos tiempos como apocalípticos. Tiempos en
donde la maldad ha cobrado impulso, en donde las fuerzas de poder político y
económico agobian al ciudadano común y en dónde muchos tratan de sobrevivir en
medio de lo cambiante que se ha convertido todo. Nos enfrentamos a los
momentos, quizás, más tristes y dolorosos de nuestra historia contemporánea.
Terrorismo, hambre,
trata de gente, éxodos, expoliaciones, torturas y más.
Pareciera que el mundo no fuera a cambiar, incluso, nos atrevemos a decir que
las cosas han mejorado, pero en nuestra contemporaneidad, seguimos viviendo y viendo
historias tristes, complicadas y dolorosas en donde debemos saber trabajar bien
las energías para poder avanzar por el camino correcto y no sucumbir ante todo
ello.
Me atrevería a decir que el mundo
no ha cambiado y nada cambiará, seguirá existiendo guerras, hambre,
prostitución, en fin, seguirá existiendo maldad, lo único que puede cambiar, es
nuestro mundo interior. Ese mundo que solo nosotros creamos y que solo
nosotros podemos trabajar, en donde nada ni nadie se involucra y en donde solo
somos uno con nuestra propia esencia, en donde somos esa energía que mueve todo
lo que está cerca de nosotros. Y, todo esto se alcanza con evolución y
muchísima convicción. No podemos hacer nada por el mundo entero, pero si
podemos hacer todo, por nuestro mundo interior, lo importante de esto,
recae esencialmente en las ganas que tengamos para ser cada vez mejores
personas.
Trabajar las energías que nos
mueven es complicado, pero aún más complicado es seguir en los mismos
lineamientos de algo que por mucho que critiquemos, seguimos haciendo. Es bien
sabido que si quieres cambiar algo para ser feliz, entonces tienes que hacerlo,
de lo contrario sigue haciendo lo mismo. A veces nos preocupamos por tantas cosas
complicadas que vivimos y atravesamos que no entendemos el verdadero
significado de vivir y existir. La esencia que nos mueve, no se debe ver
motivada por lo material, ni mucho menos por el dinero, la fama, los lujos, ni
el odio, ni la rabia. Lo que nos debe mover, como motivo de vida y existencia
debe ser equiparable con aquello que realmente nos haga feliz y nos libere de
lo que nos agobia.
El hecho de que seamos seres
humanos, ya hace complicada la existencia y, ¿vamos a complicarnos más? Es
preciso que veamos el hecho de vivir y existir como un proceso evolutivo, como
un profundo proceso en donde tenemos que saber sobrellevar los embates de la
vida, sin anclarnos a lo negativo ya que estaríamos atando nuestra alma a la
infelicidad. Quizás el significado de felicidad sea muy subjetivo, y lleno de
aseveraciones que no todos compartamos, pero de algo estoy seguro, todos
consideramos que la felicidad es algo que, parafraseando a Kant, nos termina de elevar,
llenar de vida, nos conecta y nos produce un goce estético en donde,
por un momento o por mucho tiempo nos sentimos felices. La felicidad, quizás
sea eso, disfrutar de la vida y sentir placer y fascinación por las pequeñas
cosas que nos rodean.
¡Fascinante! El mundo es
fascinante y el hecho de vivir, también lo es. Debemos comprender el verdadero
sentido de nuestras vidas, para de ese modo poder elegir el camino correcto a
nuestra evolución. ¿Sabes lo que quieres?
¿Eres feliz con eso? ¿Quién eres tú? ¿Te sientes conforme con lo que eres?
Estas simples preguntas, podrían llevarnos años en responder, porque, como dijo
Sócrates:
‘Solo sé que no sé nada’. Simplemente maravilloso. A veces no saber
nada, nos motiva a conocer lo desconocido y nos lleva a vivir momentos únicos
en donde nuestro objetivo se convierte en una travesía fascinante por
encontrarnos a nosotros mismos y conocernos.
Evolucionar es una cosa
extraordinaria, el hecho de ser personas cambiantes, nómadas, llenos de amor y
de pasión nos lleva a vivir episodios que, algunas veces son maravillosos y
otras, simplemente no. Pero que a fin de cuenta, nos permite crecer en este
complicado mundo. Cuando nos referimos a evolucionar nos referimos a trascender, nos
referimos a conocer, saber y elevar nuestro espíritu. Es preciso
entender que el espíritu tiene tres atributos importantes y que debemos saber
trabajar. Ellos son, el amor, la libertad y la inteligencia. Así que, cuando
estos están vibrando en perfecta armonía, hemos por fin, alcanzado la elevación
que necesitamos.
Es importante aclarar que el Espíritu
en esencia es totalmente perfecto, pero su vibración suele estar
desviada, y regresar a su estado primigenio nos lleva a establecer ciertas
cosas de importancia que lo permita, es decir, hacer buenas obras, encontrar
paz, perdonar, olvidar y sanar las heridas del alma, por solo nombrar algunas.
Debemos dejar claro que los maestros ascendidos que han visitado la tierra, es
decir, Jesús, Buda, Krisna, entre otros, siempre han buscado profesar en sus
doctrinas esa búsqueda primigenia del alma. Sus bases han sido sólidas y han conformado
los puntos esenciales para la fundación de religiones que han permitido
canalizar nuestro espíritu para poder alcanzar la elevación que necesitamos.
No olvidemos que la
evolución es una ley espiritual transitoria, evolucionamos en el aquí y en el
ahora. Cuando por fin alcancemos dicha evolución, ya no habrá razón de
ser, porque la esencia se habrá esfumado, pero lo importante de todo, es que a
pesar de que todo dejo de ser ley, nuestro espíritu y nuestra esencia, habría
trascendido y con eso, habremos de completar dicha evolución. En esta vida,
cumplimos misiones de vidas pasadas, cerramos contratos kármicos y
evolucionamos en esencia. Dicha evolución se basa en la búsqueda del
amor propio, que nos lleva a encontrar la libertad que nos merecemos a
través de los conocimiento para reforzar nuestra inteligencia, en donde el
compromiso esencial es trabajar en el mejoramiento del mundo, quizás no del que
nos rodea, pero nos basta con hacer lo mejor por el nuestro. Todo esto nos
permitirá evolucionar y trascender qué es lo realmente importante.
Evolucionar, no significa ser de
mente cerrada, cuadrada, evolucionar, significa conocer todo, ir más allá de lo
que llaman ser cierto y correcto. Evolucionar implica conocernos a nosotros
mismos, amarnos, vibrar en sintonía con el respeto, la paz y la solidaridad
para que por fin, podamos reconocernos, entre seres humanos como hermanos de un
mismo conjunto energético y no simplemente como negros, blancos, y demás. Evolucionar
implica horas a solas, horas conociendo el verdadero misterio de nuestra alma,
significa escudriñar entre lo más profundo de nosotros, saber qué es lo que nos
hace diferente, qué es lo que nos hace personas realmente únicas. Evolucionar
es un proceso en donde los factores más mínimos influyen y en donde, solo lo
logra aquel que haya podido trascender, ser feliz, haber amado y que por medio
del conocimiento y la inteligencia haya alcanzado la libertad plena de sentirse
tranquilo y en paz consigo mismo, aceptando su propia esencia como algo
único e irrepetible.
Evolucionar, ser feliz o
trascender, no significa necesariamente riquezas económicas, no significa
cuantos autos, dineros y lujos tuviste. Evolucionar y ser feliz significa estar
en paz con nosotros y trascender es aquello que nosotros logramos gracias a la
evolución, a la felicidad y al amor que tenemos por el que es igual a nosotros.
Ese es el verdadero sentido de la evolución. Nuestro espíritu se eleva y se
conecta con las altas vibraciones energéticas cuando logras establecer una
armonía entre amor, libertad e inteligencia en nuestro espíritu, de lo
contrario, seguiremos siendo infelices.
Trabajemos la elevación
espiritual como algo necesario. ¿Cómo alcanzarla? Simplemente debemos cambiar, debemos
dejar de hacer lo mismo, debemos enfocarnos en nosotros mismos. Debemos
respondernos las siguientes preguntas:
1. ¿Me amó tal cual soy?
2. ¿Soy feliz? ¿Por qué?
3. ¿Lo que estoy
haciendo me está llevando al lugar que quiero estar mañana?
4. ¿Quién soy y que quiero
ser mañana?
5. ¿Qué estoy haciendo
para trascender?
6. ¿Hay odio o rencor
dentro de mí?
7. ¿Respeto y acepto a
mis iguales?
8. ¿Confío en mí?
9. ¿Crees que hay cosas
que desconozco de ti? (Excelente para hacer frente al espejo)
10.
¿Vivo
en armonía con los mío?
Hay muchas más, pero debemos
empezar con lo básico, tenemos que hacer hincapié en ello, tenemos que trabajar
e inculcarles a nuestros hijos el valor de ser feliz y de estar en armonía con
los nuestros, hay que enseñarle el valor del amor, el respeto y la tolerancia.
Tenemos que trabajar el amor propio, la seguridad y sobretodo, el conocimiento.
Recordarles que el conocimiento nos hace libres y que el libre albedrío es algo
que nada, ni nadie nos puede arrebatar. Debemos hacerles saber que la felicidad
no está en lo material, sino que al contrario, la felicidad está en la esencia
de ser, existir y vivir en armonía con el mundo que nos rodea.
¡Trabajemos la luz!
Evolucionemos y
sigamos creciendo.
EDUARDO LUZ
Tarotista, Astrólogo
y Vidente
CONTACTO:
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